jueves, 10 de junio de 2021

Desempolvando casualidades

Siempre fui de los que creen en las casualidades, pero hoy puntualmente me replanteo eso, y empiezo a creer que no todo se trata de azar, sino que uno a veces no está lo suficientemente receptivo para ver determinadas situaciones y piensa que son producto de la suerte. Me encuentro en una etapa de cambio en mi vida, llamarlo redescubrimiento suena un poco a libro barato de autoayuda, pero es que lo siento así. Esta noche particularmente veo algunos patrones que se repiten, que hacen que crea que no todo es fortuito. No puede ser casualidad que los momentos en los que tengo ganas de escribir se den siempre de madrugada, cuando sé que tengo que estar durmiendo para arrancar temprano a cumplir con las obligaciones diarias. Tampoco creo que sea una casualidad que justo en esta semana donde me he planteado dilucidar cuales son los proyectos u objetivos que quiero conseguir de aquí en adelante, me haya topado con un montón de ideas o guiños, que se presentaron en varios lugares. Para citar un ejemplo simple, estuve viendo entrevistas random, donde en algún momento, varios de los personajes entrevistados hicieron hincapié en disfrutar del viaje y no solo de la concreción del objetivo, y esto último es lo que siento estuve viviendo gran parte de mi vida. La persecución continua de una zanahoria que cuelga frente a mis ojos… es todo lo que vi y es todo lo que veo. No detenerse en lo que pasa día a día, sino más bien, ir en una especie de búsqueda en piloto automático del proyecto de vida que tenía en mente. Proyectos que fueron elegidos por necesidad en ocasiones, en otras no, pero de los que ya ni siquiera me siento parte. Es un error pensar en un objetivo a alcanzar, como un fin en sí mismo, porque una vez alcanzado, el momento de disfrute llega y se queda un tiempo, que en ocasiones es casi efímero, luego necesitamos un nuevo horizonte al cual llegar, y así vamos pasando capítulos de nuestra vida, como si fuéramos salteando la publicidad de YouTube. Hoy encontré algo en una vieja libreta, otra señal con la que por “casualidad” me topé, en ella escribí hace unos cuantos años una suerte de pensamiento, entiendo que es eso, porque está redactado, en su mayoría, como con frases sueltas, por eso lo voy a trascribir textual… “recuperar el enfoque perdido. Llevo años disperso, como tratando de evitar algo, quieto, expectante, esperando un cambio que no estoy motivando. Hoy doy los primeros pasos para dejar de ser un espectador. Tengo que enfocarme, empujar, mover… decidir. Con convicción y sostener. Por más doloroso que pueda ser, dejar de distraerme con atracciones pasajeras, dejar la montaña rusa. Encontrar mi lugar y ser lo que debo ser” … y acá estoy ahora, y no creo que sea casualidad haber leído justamente hoy estas líneas, justamente a esta hora cuando suelo sentarme a escribir, en este momento de mi vida donde me estoy planteando quien quiero ser, y no quien debo ser, porque toda la vida fui quien debía, perdiendo la oportunidad de elegir, y creo que por eso me resulta tan complicado hoy poder tomar una decisión, porque caigo en la cuenta de que nunca lo había hecho. Es fácil seguir adelante cuando el rol que te toca lo va delineando el entorno y ahora me encuentro sin paredes ni designios externos que me marquen un camino, esa fue mi primera elección para romper con este mapa de vida prefabricado en el que me encontraba. Todo eso me trajo hasta acá y no tengo reproches por ello… pero ya no es suficiente. Y como pensar que una casualidad me hizo ver esta ínfima foto mía, de un día cualquiera, en el que decidí volcar al papel un pensamiento y dejarlo guardado allí, para que vuelva a encontrarlo un día, que no sabía si iba a ocurrir, en el que estuviese decidido a cambiar el rol que venía interpretando, hoy que estoy buscando mis propios objetivos, mis propios deseos, veo como desde otra perspectiva temporal, ya más viejo y un poco más egoísta, también apremiado porque veo con mayor claridad que el paso del tiempo es la única constante en la vida, ya no quiero ser el que debo… ya no quiero ser ese que se angustia por no poder cumplir expectativas ajenas, ya no quiero ser solo aquel que sostiene o empuja… quiero ser el que vive. Ahora me despido porque dio la casualidad que se extinguió el ultimo cigarrillo de la noche y es momento de descansar… mañana toca decidir cuál es el próximo paso.

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