sábado, 8 de enero de 2011

Y la zanahoria no aparece…

Recuerdo haber advertido hace no mucho tiempo… “ojo con lo que deseas!!!”… bueno… no dejo de asombrarme de lo torpe que uno puede ser… diciendo algo y haciendo lo contrario, o mejor dicho no dando interés a las propias palabras… haciendo o queriendo cosas, que en definitiva uno no termina de entender como debe manejarlas… ¿Por qué será que uno en ocasiones quiere algo y cuando lo tiene en frente se da cuenta de que quizá no está tan satisfecho con la decisión tomada?... no dejo de sentirme un estúpido… porque se que es, lo que tiene que ser… y siendo una persona bastante racional, al menos eso pienso, no trato de tomar decisiones apresuradas… siempre buscando la mejor alternativa posible para resolver cualquier situación… pero aun así… que difícil que es asimilar las consecuencias de los propios deseos conseguidos… una vez logrado me digo -ya esta!… esto es lo que quería, lo mejor… o al menos lo que parece lo mejor… después cuando todo esta en silencio viene la pregunta obligada… y ahora???... buscar nuevos objetivos era la siguiente parte del plan si mal no rememoro… bueno, me voy dando cuenta de que a veces no es tan fácil volver a encontrar la zanahoria, que debería estar colgando delante de mis narices, para que me marque el camino a seguir… ¿será que no hay que buscarla?... por ahí, aparecerá el día en que deje de pensar que la necesito… y sin darme cuenta llegará el momento donde esta suerte de brújula imaginaria deje de dar vueltas infinitas y encuentre finalmente el norte… pero ¿como atravesar este tiempo cuando el mareo que me produce el giro interminable de la aguja no deja que me centre en un rumbo?… preguntas que obviamente no estoy capacitado a responderme… por lo menos no ahora…
Me despido con la certeza, de que con toda elección hay cosas que se ganan y otras que inevitablemente se pierden… pero siempre que la decisión sea sincera y honesta con lo que uno cree… siempre va a ser acertada.

domingo, 2 de enero de 2011

… me estoy viniendo viejo.

Todas las mañanas cuando salgo caminando rumbo a la estación de tren, suelo cruzarme a un viejito que esta sentado en una silla en la vereda… hay ocasiones donde me resulta un tanto gracioso, porque parecería parte de la fachada de la casa, como una suerte de estatua… y otras tantas todo lo contrario… verlo sentado solo, observando no se que, todos los días, me entristece… ¿hay un momento de la vida donde ya no podemos hacer mas que observar?
Me voy dando cuenta de que no me gusta nada la idea de envejecer… aunque las canas conseguidas prematuramente ya no son un problema… si me consterna el ser consciente del deterioro que el paso del tiempo produce en nuestros cuerpos… no se distinguir exactamente que es lo que me perturba… pero se que no quiero que llegue ese momento… también soy consciente de que es un paso lógico en la vida de todos… que lo importante es llegar a ese momento habiendo disfrutado de las vivencias pasadas… pero es mas fuerte que yo y no puedo evitarlo… no quiero envejecer… no quiero que las arrugas me marquen el rostro y que el cansancio se apodere de mis músculos y articulaciones… no quiero convertirme en un mero observador de la vida… quiero poder seguir participando… es cierto que cuando veo esta situación con mas tranquilidad y con cierto grado de distancia… me doy cuenta de que es una estupidez producto de alguien a quien no le interesa crecer… pero no puedo evadir la idea de debilitarme físicamente y eso me termina incomodando… quizá esta es una sensación que tengo porque todavía se que tengo muchas cosas por vivir… o por ahí es una consecuencia de haber tenido que soportar el pronto deterioro de mi viejo a causa de una puta enfermedad, y sinceramente, aún aceptadas y digeridas, son imágenes que todavía rondan por mi cabeza… no lo se… con el paso de los años es probable que ese “temor” se vaya disipando… quizá producto de las experiencias vividas… o quizá como el mero resultado de la resignación por lo inevitable… de cualquier forma se que ese período de mi vida, va a acaecer algún día… y llegado el momento espero no sentirlo de la forma funesta en la que hoy lo percibo.
Me despido con un dolor muy grande… no por estar deprimido y angustiado como usted podrá suponer, sino porque la artritis me esta matando y no puedo seguir escribiendo.