miércoles, 22 de diciembre de 2010

Matemática pura (parte 1)

Un dia que me encontraba sentado en un banco de plaza, mientras fumaba un cigarrillo y disfrutaba del verde paisaje urbano… vislumbre una pareja, algo bastante común me podrá refutar usted, pero no es eso lo que me llamo la atención, sino la secuencia de su diálogo se podría decir… en realidad del monólogo que estaba propinando la señorita en cuestión, mientras el caballero no hacia mas que mirar, asentir y quizá, en una de esas, agregar unas palabras… y ahí me dije… mierda que estoy al pedo!... seguido a eso se me vino a la mente la idea de esta paradoja en la que estamos inmersos y con la que lidiamos todo el tiempo… ¿A quien se le ocurrió que seres tan distintos como mujeres y hombres estén destinados a estar juntos?... digamos que todos los casos no son iguales, pero casi… nosotros solemos ser muy simples, tanto que podría resumirse en la siguiente ecuación…


…en cuanto a la mujer se me dificulta un poco mas elaborar el calculo, tenga en cuenta que el algebra no es mi fuerte, pero voy a hacer el intento…


… creo que con esto me acerco un poco a la realidad… como observaran las diferencias son abismales… los hombres solemos dedicar mucho tiempo a pasar momentos con amigos, haciendo estupideces e incluso sin la necesidad de hablar (cuando hay playstation de por medio), en cambio las mujeres se juntan con amigas solamente para hablar (mal de las amigas que no fueron)… o la memoria por ejemplo, que en nosotros se aplica solamente a intrascendente y estúpida estadística futbolera y en las mujeres a todo lo demás… fechas, números, discusiones, comentarios, y la lista sigue… con el solo objetivo de decir… -¿Cómo? ¿No te acordás?... sin ánimos de generalizar, en mayor o menor medida, son algunas de las características singulares que nos diferencian y que a todos nos tocan… e increíblemente, aun así logramos convivir en relativa armonía… otra paradoja que no entiendo!...
Me despido esperando no haber ofendido a nadie con estos comentarios… si lo hice, bueno… denme tiempo… esta es recién la primer parte.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Tic-Tac!

No hace mucho, después de un día bastante complicado que me pareció interminable, como suele suceder en esos días… emprendiendo la vuelta a casa por la noche mientras escuchaba algo de música tratando de aliviar el hastío sufrido por diversas responsabilidades, me detuve a pensar en la percepción que tenemos del tiempo dependiendo de nuestro estado anímico… ¿Por qué cuando queremos que llegue el día siguiente sentimos que el reloj se quedo sin cuerda? y ¿por qué en aquellos momentos en los que todo encuentra una especie de balance y se logra disfrutar de un modo increíble, tanto que deseamos que el tiempo se detenga, este recuerda que esta atrasado en su trabajo y desea apresurarse a correr?… quizá el tiempo sea un anciano mañoso al que no le gusta que le digan que hacer… y disfruta de llevarnos la contra… es de suceder que cuando somos abrumados con problemas o situaciones angustiosas los días parecieran tener mas de veinticuatro horas y cuando vivimos momentos divertidos y especiales y rogamos por su eternidad, nos damos cuenta de lo efímero del disfrute y de lo rápido en que unos minutos pueden convertirse en horas… cuando pienso en esto, no se bien si se trata de una broma del mal gusto… un sarcasmo odioso de la vida… o una mala pasada que nos juega nuestra mente… porque en realidad el tiempo sigue su curso y siempre es igual… sabemos que lamentablemente nada es eterno… pero ¿cómo evitar esa sensación de saber que esta pasando tan rápido y no podemos hacer nada?… ser conciente de ese fugaz sentimiento de plenitud y de su efímera duración amenaza con aplacar la satisfacción que nos provoca ese instante... sobre todo desde el punto en que empezamos a desear un perpetuidad…
… lamentablemente no hay solución para esta sensación, mas que aceptar que el tiempo no se detiene… aquellos momentos de plenitud donde todo esta bien y que disfrutamos de tal forma que sabemos que son especiales debemos grabarlos en nuestras mentes… y con seguridad nos van a ayudar a travesar mas facilmente los tragos amargos del día a día.
Me despido con la certeza de que aquellos momentos únicos no van a ser borrados nunca, y con la esperanza de que, aún cambiando las circunstancias que les dieron origen, los podré revivir con la misma o mayor intensidad.